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domingo, 30 de octubre de 2011

Blog de Elena y el sexo

Para casi todo el mundo que conozco es una bobada, pero yo, jamás, bajo ninguna circunstancia, pase lo que pase, me acuesto con nadie con pelos en las piernas. Aunque sean sólo unos poquitos, de esos que casi ni se ven.
Hoy me acordaba de la noche que conocí al joven más hermoso que transita por Madrid -concretamente, por las calles de Malasaña-: Fernando. Su nombre señorial no es siquiera una muestra de su planta; espaldas anchas, hombros rectos, torso marcado, piernas delgadas, culo prieto. ¡Y qué decir de sus negros ojos, su boca amplia, sus dientes blancos y pequeños…! Es una de esas personas que provoca giros de cuello a todos los géneros. Más de uno ha debido dislocarse algo tras su paso.
Lejos de todo pronóstico y nunca jamás repetido, el apuesto y señorial caballero se acercó –completamente beodo, obviamente- en un momento de descuido a ésta que lo cuenta insinuando deseo y necesidad de contacto. El asunto fue bien –magreos y morreos del JoseAlfredo al Nasti- hasta que lanzó la pregunta: “¿Vamos a mi casa?”.
Excitada y horrorizada al mismo tiempo, me arrepentí más que nunca de no haber hecho uso de la cera, la epilady e incluso la cuchilla un poco antes de salir. Un simple gesto –seguido de dolor, picores, granitos y rojeces- no acontecido me había jodido un polvo de ésos que se prodigan, de ésos que, cuando te vuelves a encontrar al tipo en cuestión, los que te rodean preguntan: “¿De verdad que a ése te lo has tirado tú?”.
Él insistía y yo sudaba tinta mientras le explicaba que no podía, que al día siguiente tenía un bautizo y que tenía que dormir en mi casa. “Hombre, no hace falta que te quedes a dormir si no quieres…”. Cada cosa que decía lo ponía más difícil. ¿Cómo coño le explicas a alguien que no puedes follar porque pareces Chewaka? Yo repetía todo el tiempo “Si quieres, te dejo mi teléfono y mañana quedamos para cualquier cosa”. Pero mañana nunca es ahora y al hijodeputa del macizo number one le picaba en ese momento.
Creo que ésta es la vez que más cerca he estado de acostarme con un bombón de ese calibre, y también la que estuve apunto de amputarme las piernas y ponerme unas de madera. Aunque seguro que, milagrosamente, crecería vello sobre el barniz.

domingo, 23 de octubre de 2011

La gente no sabe amar


La gente no sabe amar. Muerde en vez de besar y abofetea en vez de acariciar. Puede que sea porque se da cuenta de lo fácil que es que el amor salga mal. De repente se vuelve imposible, impracticable, un ejercicio de inutilidad. Así que lo evita y busca consuelo en la angustia, el miedo o la agresividad, que siempre están ahí y son accesibles. Y puede que sea porque no se dispone de suficiente información. La ira y el resentimiento pueden enturbiar tu cerebro. Eso lo sé ahora. No necesitan mucho para mostrarse, salvo la vida que consume y extingue. No obstante la ira, es algo muy real. Incluso cuando solo es indignación, puede cambiarte, transformarte, moldear y darte la forma de algo que no eres. Por eso el único lado positivo de la ira, es la persona en la que te conviertes. Con suerte, puedes despertar un día y darte cuenta de que no tienes miedo en tu viaje y que sabes que la verdad es como mucho, una historia parcialmente relatada. Porque la ira, como todo en la vida, viene a rachas. Y cuando la dominas, su estela deja una nueva oportunidad de aceptarte como eres y la promesa de tranquilidad. Aunque claro, ¿qué sé yo de todo eso?

martes, 18 de octubre de 2011

Se acaba..

Parece que es el final de nuestra historia, parece que no habrán mas conversaciones absurdas, ni llamadas no contestadas, ni fotos con comentarios cortos... Te quise. Casi mas que a ninguna otra persona que pudiese interponerse en mi camino. Quise que todo saliera bien y cometí el error de enamorarme. Yo siempre fui la chica dura de clase en el colegio, la que se pegaba con los niños y no salia con ellos, la que jugaba con ellos al futbol y hacia de mensajera de las demás niñas, la que creia que el amor era cosa de cuentos, la que dijo que nunca lloraria por un hombre. Me equivoqué, llevo llorando desde que saliste de mi vida, y llevo sin sonreir desde que no siento tu piel sobre la mia.